Basados en los hallazgos de los fósiles (la llamada explosión Ley de la Biogénesis cámbrica), la (que toda vida
procede de una vida preexistente) y el postulado de Wirchow (que toda célula procede de otra célula), muchos
científicos tienen más que suficientes evidencias irrefutables para creer que
todos los seres vivos extintos y presentes, aparecieron súbita y
simultáneamente, completamente formados (adultos y maduros: primero la gallina
y después el huevo), sin formas intermedias (“eslabones perdidos”) y que nunca
ha habido la transformación o evolución de una especie en otra.
Tanto Moisés
(1.500 a.C.) el estadista hebreo, como Aristóteles
(384 a 322 a.C.), Carlos Linneo
(1707 a 1778) y el anatomista francés Georges
L. Cuvier (1769 a 1832) estuvieron de acuerdo con esta corriente de
pensamiento llamado Fijista (especies inmutables). Sin embargo, desde hace unos
150 años, se enseña oficialmente que los organismos evolucionaron por la
transformación accidental y gradual de una especie en otras.
Charles Darwin (1809 a 1882) en 1859 publicó su libro El Origen de las Especies en la que
presenta la teoría de la evolución, o sea que en miles de millones de años, por
cambios sucedidos al azar, una célula primitiva (el ancestro común) se
transformó por evolución, y generó todas las especies de seres vivos extintos y
actuales.
Aunque esta teoría se enseña en forma oficial en
las escuelas, universidades y organizaciones científicas del mundo, al
respecto, el profesor Ralph O.
Muncaster, comenta lo siguiente:
"el hecho de que la mayoría de las personas acepten una
idea, no la hace necesariamente verdadera y es irrelevante, pues la verdad
científica nunca se determina por votación. Muchos en su tiempo creyeron que la
Tierra era plana, que el Sol rotaba alrededor de la Tierra y que el flogisto
era el elemento que causaba la combustión, pero todo eso, a su tiempo, se
comprobó que era falso.”
Georges L. Leclerc, Conde de Buffón (1707 - 1788) 100 años antes de Darwin y 40 años antes de George Lyell, propuso el transformismo
y puso como argumento la presencia de órganos inútiles (como los dedos
laterales del cerdo) que según él estaban desapareciendo al transformarse una
especie en otra.
Georges Lyell (1797 a 1875) enseñó el Uniformismo, o sea que los
cambios experimentados por la Tierra, la naturaleza y las especies, obedecen
lentamente a las mismas leyes presentes hasta hoy.

Según ellos, los principales factores que ocasionan
los cambios son: Las constantes variaciones ocurridas en el medio ambiente y la
capacidad según ellos infinita, de “adaptación biológica” de las especies
(supervivencia del más apto). Pero como lo hizo G. Mendel antes, la genética moderna (ciencia que estudia la
herencia) ha demostrado que hay un límite para la capacidad de variación en las
especies. La mayoría de los cambios que se expresan en el fenotipo (aspecto
exterior) de los seres vivos no son causados por la adición de nuevo material
genético, sino por la expresión de genes “recesivos” ya presentes en el ADN de
una especie y que sólo se manifiestan en circunstancias extraordinarias, las
cuales si persisten por cruzamiento selectivo, ocasionan cambios permanentes.
Por ejemplo: que una especie desarrolle pelo largo y espeso en climas helados.
Así es como casi siempre, aparece la llamada descendencia
modificada o fortalecida que ha permitido desarrollar mejores variedades de
cereales, razas más resistentes y productivas en el ganado, las aves y otros
animales, y más de 200 razas puras de perros, pero nunca una nueva especie a
partir de otra.
La ley de
entropía (2ª ley de la termodinámica) dice que los cambios sucedidos al azar sobre algo que está ordenado, siempre lo
transformarán en algo desordenado y deteriorado y nunca al revés, como
lo que le sucede a un reloj que por accidente se cae al suelo desde un sexto
piso. Así, las mutaciones sucedidas al azar, no ocasionan en los seres vivos
mejores funciones, tejidos y órganos, sino, con muy contadas excepciones,
trastornos en la función, crecimiento desordenado (cáncer) y hasta la muerte de
las células mutantes. Las mutaciones accidentales en las células reproductoras
humanas no ocasionan la aparición de superhombres, sino de descendientes
enfermos y menos capaces (con deformidades, enfermedades o síndromes
incapacitantes).
La sobrevivencia del más apto (adaptación
biológica), solo evita la extinción de los individuos de una especie en un
medio ambiente cambiante y hostil, cuando éstos logran cambios en su
información genética que los hacen a ellos y sus descendientes, resistentes.
Ejemplo de ellos son muchas bacterias, insectos y yerbas que por mutaciones, se
han hecho resistentes a antibióticos, insecticidas y pesticidas. Pero nunca lo
hacen evolucionando hacia otra especie. Aquí caben los ejemplos dados por Darwin de los pinzones de las Islas
Galápagos que modificaron su pico y las polillas claras de Inglaterra que en la
revolución industrial, cambiaron a oscuras, que aunque se usan como ejemplos de
evolución, no lo son.